"Nadie sabe lo que puede un cuerpo" B. Spinoza.


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sábado, 25 de mayo de 2013

Clase 2 de mayo: Cuerpo y pulsión


 
                                    
Cuerpo y pulsión
 
Susana Sujarchuk

 
 

Voy a comenzar la reunión plantando tres citas.
  1- “Nadie sabe lo que puede un cuerpo”
 Es una cita que incluimos en el curso de este año  y es central  en el pensamiento del filósofo  Baruch Spinoza del siglo XV. El cuerpo para él no se reduce a lo biológico, sino que  está ligado a la razón y al deseo, siempre van juntos. No sostiene una oposición entre cuerpo y alma, sino que las pasiones son parte de la razón, que las abarca y las incluye. 
2-   “No es preciso adentrarse mucho en un análisis de adulto, basta haber analizado niños para conocer ese elemento que confiere peso clínico a cada uno de los casos que tratamos, ese elemento es la pulsión”
“En efecto en la experiencia encontramos algo que posee el carácter de irrepresible, lo pulsional” J.Lacan Clase 13.Seminario 11.
3- Planteo de Laura Monksor en una clase del año pasado: “En la clínica con niños, muchas veces el cuerpo es el personaje principal, por mostración o por inhibición.”
Estas citas, van a ser el eje, el camino por donde transitar y plantear los problemas en nuestro encuentro:
El cuerpo en el tiempo de la infancia y su articulación con la pulsión.
Hace muchos años escribí un pequeño artículo donde estudiaba el  problema de cómo  los griegos leían, en la antigüedad, a los niños y a la infancia…el recorrido por algunos textos mostraba que los veían imperfectos en comparación a los adultos  Aconsejaban en la educación, normas y pautas  estrictas  para acallar o apaciguar al niño. Estaban preocupados por la formación del carácter, el ethos, de quienes serian los futuros ciudadanos. Platón  en su libro Las Leyes prescribía juegos fijos, los niños no debían  cambiar sus juegos, porque si hacían modificaciones en ellos se podían desarrollar como individuos creativos y generar cambios sociales en el futuro. Entonces los juegos debían ser fijos  en función de la estabilidad de la norma para velar por la tradición. Estaban interesados por la formación del carácter y por el desarrollo de la virtud (areté)
 Pasaron 1500 años..
Nos encontramos con el mismo problema; que hacer con el cuerpo del niño.
 Leemos algunos criterios diagnósticos que establece el e DSM IV para los  Trastornos  por déficit de atención y comportamiento perturbador.
-A menudo mueve  en exceso manos o pies…
-A menudo no presta atención suficiente a los detalles o incurre en  errores por descuido en las tareas escolares…
-A menudo corre o salta excesivamente en situaciones en que es inapropiado hacerlo..
- y siguen otros criterios…
  Entonces el DSM califica,  diagnóstica, y etiqueta…al cuerpo que ve…
 Se podría decir… es cierto que se mueve el niño…es cierto
 Es cierto que no responde a las consignas…es cierto
 Es cierto que es impulsivo…es cierto
 Se lo diagnostica… se lo observa y en ese sentido se lo medica.
Apaciguarlo, acallarlo y adaptarlo.
Pero, la diferencia: los griegos tenían ideales, acordes a la formación del carácter, a la virtud que esperaban de los ciudadanos de las polis.
Michel de Certeau en un  libro que se titula: Historia y Psicoanálisis subraya en un apartado que se llama  “Una estilística del deseo” que el gran movimiento Freudiano fue reintroducir los afectos en forma de pulsiones.
Dice:”Los afectos son la forma que toma en la obra de Freud el regreso de las pasiones…
Eliminadas del discurso de la ciencia, las pasiones fueron arrojadas al dominio de la literatura….
Con Freud reaparecen en un discurso económico”
La ciencia a partir del Siglo XIX ubicó a las pasiones y a los afectos del lado de lo no serio: del lado de lo  literario,  reduciéndolas a desviaciones psicológicas con relación al orden, para finalmente marginarlas.
Por lo tanto Freud reagrupa, según su propia concepción del aparato psíquico, a las pasiones que fueron rechazadas en nombre de la racionalidad.
Fíjense que Freud al introducir la pulsión introduce aquello que es fronterizo entre lo anímico y lo somático.
La pulsión como representante psíquico de los estímulos que proviene del cuerpo y alcanzan el alma.
Como medida de una exigencia que es impuesta a lo anímico a consecuencia de su trabazón con lo corporal.
Con Freud  no hay más cuerpo por un lado y razón por el otro. Hay una imbricación entre ambos, un anudamiento.
Hay una exigencia desde el cuerpo que interpela a lo anímico.
Entonces a) Freud reintroduce en la ciencia aquello que la ciencia rechaza, los afectos, las pasiones, La pulsión es propiamente el concepto que marca está diferencia.
b) Michel de Certeau  plantea que la regla de todo tratamiento psicoanalítico contradice frontalmente una norma primera y constituyente del discurso científico; que quiere que la verdad del enunciado sea independiente del sujeto locutor.
En cambio para el psicoanálisis es decisivo el lugar del locutor.  Y además que este lugar “del locutor” está determinado por sus afectos.
Entonces desde este punto de vista importa para nosotros analistas, la singularidad del locutor, su afectividad, diríamos el modo de cómo relata y no solo lo que relata.
 Ahí donde lo científico rechaza la subjetividad y la pone como patógena, el psicoanálisis ve como positivo que se introduzca lo subjetivo.
Ahí donde el primero lo condena, el segundo lo defiende.
Confesar los afectos es también re-aprender un lenguaje nuevo que la ciencia rechaza, ver en el texto las marcas de la propia producción.
Michel de Certeau dice: Siguiendo el juego de los afectos, entre sus ocultamientos y confesiones el psicoanálisis analiza de hecho las modalizaciones del enunciado por los contextos del habla.
“Funda una lingüística del habla”
Entonces el cuerpo que observa, califica y ordena el DSM  está lejos, es diferente al cuerpo que se escucha, lee, piensa y teoriza en el psicoanálisis.
Para el psicoanálisis, el cuerpo es de otra complejidad, es un cuerpo entramado, de otra textura. Entramado entre lo simbólico, lo real y lo imaginario.
El tema no está planteado en relación a la medicación. Sino que desde el punto de vista de la clasificación, el  cuerpo le es cada vez más ajeno al niño, es objeto del otro y para el otro, que lo observa y lo juzga.
Mientras el psicoanálisis invita a que ese cuerpo sea subjetivado por el niño. Que él pueda hablar de su sufrimiento.
De que manera?  A través y por el discurso, en los juegos, en las producciones gráficas, en las escenas que cobrarán valor significante a medida que se despliegue la transferencia.
Que cobraran valor significante implica que se anudaran a la historicidad propia del sujeto.
 Con esto quiero decir que no alcanza con que el niño juegue, el juego del niño necesita de una lectura, que lo anude a su singularidad.
El cuerpo que se mueve, que no para, tiene algo del orden del exceso, que es necesario que se pierda, que se tramite vía lenguaje.
“El problema clínico se plantea a nivel de la satisfacción, algo les pasa a los pacientes en ese nivel,” dice Lacan,  Sienten que algo no anda bien…”
E indica justamente  que nosotros  analistas, intervenimos en el asunto porque encontramos que ahí, hay demasiado esfuerzo, demasiado sufrimiento, un penar demás asociado a la pulsión.
“Nos metemos en el asunto porque creemos hay otra vías, vías más cortas…porque el estado de satisfacción se ha de rectificar a nivel de la pulsión”
Entonces la pulsión exige trabajo  psíquico. Es una fuerza constante, para Freud tiene un carácter de perentoriedad.
La meta es la satisfacción, Lacan la va a plantear como imposible, entonces ¿cuál va a ser la meta ?  Hacer el recorrido, volver sobre el borde.
Al dar la vuelta, la pulsión contornea un vacío, y hace que el objeto sea indiferente
La fuente para Freud es un proceso somático, que se desarrolla en un órgano o en una parte del propio cuerpo, representado en la vida anímica.
Para Lacan son también las zonas erógenas que tienen estructura de borde.
“Entonces la pulsión es un montaje a través del cual, la sexualidad participa de la vida psíquica y de una manera que tiene que conformarse con la estructura de hiancia característica del inconciente”
El punto, la mira, está en la integración de la sexualidad a la dialéctica del deseo.
Si seguimos la propuesta de  M. Cristina Vidal en relación a la clínica con niños podemos plantear lo siguiente:
En la estructuración del cuerpo del sujeto en tanto afectado por el lenguaje, se destacan dos niveles el de la superficie del espejo que trabajaron con Sara Wainstejn y el determinado por el trazado de la pulsión.
El narcismo introducido por Freud se corresponde con el cuerpo imaginario. Esta imagen implica la creencia en una unificación. Hay una pregnancia de la imagen en la medida que ella anticipa la unificación corporal. Se trata de un primer registro de la superficie del cuerpo dado por lo especular y que da a entender un cuerpo ilusoriamente sin agujeros, un círculo cerrado, no dividido.
La superficie de la imagen permite instituir el cuerpo de lo imaginario que solo puede ser pensado en su articulación simbólica, real.
El anudamiento RSI es sostenido por el trabajo de lo imaginario cuya función es la de unir, mantener junto.
Lo imaginario da consistencia al nudo y se apoya en el cuerpo.
 Entonces tenemos la superficie del espejo como fundamento de lo imaginario, pero también tenemos que incluir el límite a lo especular, donde la Cosa antecedente del objeto a opera como función de separación del goce del Otro produciendo el rasgo diferencial que se inscribe en lo simbólico.
En tanto decíamos que la superficie del espejo es vivida como la esfera, la acción de la pulsión revela la hiancia del cuerpo del otro y del sujeto, desde está perspectiva el cuerpo tiene estructura de borde.
Entonces como decíamos la pulsión está en la frontera entre lo psíquico y lo somático. No resulta de una maduración prefijada del cuerpo, no hay ninguna metamorfosis natural de la pulsión oral a la pulsión anal; y se estructura en torno a un objeto que se pierde que como lo señala Freud no procede de la unificación de la imagen.
“…Cuando la primerísima satisfacción sexual estaba conectada con la nutrición, la pulsión sexual tenía un objeto fuera del cuerpo, el pecho materno. Lo perdió justo en el momento en que el niño pudo hacerse la representación global de la persona a quien pertenecía el órgano…”
Entonces es a partir de la perdida que se produce la pulsión parcial, el encuentro es siempre reencuentro.
El destete, en cuanto seno, se inscribe como perdido y origina la pulsión oral que siempre es un anhelo de algo que no está.
La demanda del Otro confronta al niño con dar o retener las heces; inscribiendo la pulsión anal.
“El pasaje de la pulsión oral a la pulsión anal no se produce por un proceso de maduración, sino por la intervención de lago que no pertenece al campo de la pulsión, por intervención o desvío de la demanda del Otro…”
En el centro está la función  del objeto a,  objetos de la demanda: pecho y heces. Objetos del deseo: voz y mirada.
El falo en tanto significante posibilitará que la perdida se articule a la castración, para que la demanda se anude al deseo.
En el análisis, acordando con lo que plantea Cristina Vidal, es necesario construir un tercer nivel que es la superficie de discurso. Porque en el análisis se trata de la articulación de la palabra como actos que producen cortes, torsiones, nuevos anudamientos y que una cuestión para el analista es como poder construir esa superficie de discursiva donde operar.
El analista debe estar atento a la pregnanacia que gana la imagen del cuerpo para situar su escucha en el nivel que se articulen los efectos del significante en las producciones del niño.
El cuerpo del niño y el cuerpo del analista entran en escena en cuanto consistencia, en cuanto consistencia imaginaria cuya función de ligadura sostiene el análisis.
Entonces el analista debe en el análisis con niños prestar el cuerpo, prestar el cuerpo, prestar como estrategia de la cura y por lo tanto articulado a la instauración de la transferencia.
Se trata de un prestar, como forma de instituir un semblant que implica un límite, una barrera al goce de forma que la tensión agresiva y la excitación erótica sean barradas.
Es un artificio que delimita goce y abre a la construcción de una superficie psíquica donde el analista pueda operar.
La función de semblant implica que el analista sostiene el juego, el no es partenaire del juego en la medida que no está implicado en sus subjetividad.
Pero posibilita la constitución de un espacio que como todo espacio no se reduce a lo imaginario sino que incluye la dimensión simbólica y también lo que se sustrae y se pierde y apunta a lo real.
En el analista hay un prestar el cuerpo y al mismo tiempo un estar afuera, una relación de conjunción y disyunción entre la consistencia y la ex- sistencia que promueve la constitución del sujeto.
 
En la clase se presentó un material clínico, donde se pudo pensar la articulación entre  el cuerpo, el padecimiento y el síntoma.
 
 
Referencias bibliográficas.
Historia y psicoanálisis, Michel de Certeau
Ética, Baruch Spinoza
Los Cuatro Conceptos fundamentales del Psicoanálisis,  J.Lacan
Tres Ensayos para una teoría sexual.S.Freud
Pulsiones y sus destinos. S.Freud
Los Niños entre la Naturaleza y los Ideales. Artículo Revista Inscripciones. S.Sujarchuk
Conferencia sobre objeto y pulsión en las psicosis. Sara Cagliolo

 

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